martes, 13 de julio de 2010

Batalla del 30 de marzo

En una edición anterior cuando hablábamos de la Batalla de Azua del 19 de marzo del 1844 explicábamos que luego de consumarse la Independencia Nacional el Presidente de Haití Charles Herard organiza un Batallón con la flor de la milicia haitiana, el cual tenía como objetivo primordial dar un contra golpe y conquistar el territorio sublevado.

Aquel batallón se dividió en dos bloques, el primero de ellos salió desde Puerto Príncipe comandado por el mismo Presidente Herard, el cual fue derrotado en Azua el 19 de marzo, y el segundo grupo había salido desde Cabo Haitiano comandado por el General Jean Luís Pierrot, el cual se proponía atacar sorpresivamente a Santiago y apoderarse de toda la región norte, para luego desplazarse hasta la capital y tomar el control absoluto del territorio nacional.

No obstante, aquel ataque sorpresa no pudo ser ejecutado debido a la información suministrada por un comerciante inglés llamado Teodoro Heneker que vivía en Santiago y que había viajado en esos días a Cabo Haitiano por asuntos de negocios, allí pudo apreciar los preparativos militares que se efectuaban para atacar al Cibao, por lo que regresa apresuradamente y le comunica la noticia a Ramón Matías Mella que ejercía la función de encargado del regimiento de Santiago.

Mella de manera astuta contacta al General Fernando Valerio en San José de las Matas y a José María Imbert en Moca, éste ultimo de amplia experiencia militar que había recibido entrenamiento en Francia y estaba destinado a vestirse de gloria poniendo de manifiesto sus grandes dotes militares al dirigir de manera exitosa el ejército de Santiago, el cual exterminó de manera sagaz a Pierrot y sus huestes invasoras.

Las estrategias de combate fueron simples, pero sus resultados fulminares para el enemigo. El ejército dominicano se atrincheró en las inmediaciones del Río Yaque del Norte forzando a los haitianos a intentar cruzar la corriente en dos columnas de dos mil hombres. Aquella fusilería y artillería pesada comandada por José María Imbert, Fernando Valerio y Arturo Michelle despedazaron al regimiento haitiano que quedaba sin protección alguna al intentar cruzar aquel río que teñía sus aguas con la sangre de los que pretendían doblegarnos a su yugo, sin embargo nos les fue posible.

En un cese de fuego pedido por Pierrot para recoger sus heridos y muertos causa un impacto fulminante para concretarse la victoria definitiva sobre el regimiento haitiano, ya que se le muestra en la reunión que sostuvo con los oficiales dominicanos una hoja que confirmaba que el Presidente Herard había muerto en la Batalla de Azua el pasado 19 de marzo, por lo que ésta noticia despierta su codicia y ambición, creyendo Pierrot que es hora de convertirse en el nuevo Presidente haitiano, por lo que ordena la retirada de su ejército hacia Haití.

No obstante, no se percató que aquella no fue mas que una maniobra astuta de nuestros combatientes los cuales optaron por dejar momentáneamente las armas y atacar al General con tácticas psicológicas. Lamentablemente Jeans Luís Pierrot al llegar a Haití se da cuenta que fue victima de un sutil engaño y ya era demasiado tarde para regresar.

Un dato inverosímil que aparece en todos los documentos que hablan de la Batalla del 30 de marzo, es que únicamente tuvimos una baja en un combate que duró mas de seis horas, por lo que resulta casi imposible la veracidad de éste hecho, mas bien pensamos que éste dato fue otra estrategia de nuestros combatientes el cual tenia un mensaje claro y preciso para el invasor. ‘’ El ejército Nacional contaba con la capacidad suficiente de ondear hacia el pabellón de la libertad nuestra bandera hasta vencer o morir. ’’

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