martes, 27 de julio de 2010

35 años de la muerte de Caamaño

Oh América infeliz, que solo sabe de tus grandes hombres cuando son ya tus grandes muertos”


El 16 de febrero del 1973 es uno de los días negros en la historia de nuestra sublime República Dominicana.
Un día como éste murió un hombre que intentaba reivindicar y devolverle al país el fuste patriótico que hacía tiempo se había perdido en nuestra nación; ya que el caos, la persecución y el abuso de poder era la única llama que brillaba para ése entonces en República Dominicana.

Francisco Alberto Caamaño Deñó, había inmortalizado anteriormente su nombre en los anales de la historia de nuestro país, desencadenando la más fiera y aguerrida batalla del siglo pasado: La Inolvidable Revolución de abril del 1965.

En aquella gran revolución del 1965 puso de manifiesto su liderazgo y estrategias militares para barrer humillantemente con aquellos traidores que se oponían con la estalación de un verdadero régimen democrático en nuestro país después del golpe de Estado de Bosch.

Cuando la revolución se convierte en guerra patria y todo el pueblo se tiró a las calles, decenas de jóvenes armados dirigían los operativos militares en momentos en que muchos soldados de distintos rangos, incluyendo oficiales de alta jerarquía huían como ratas cuando un barco se ésta hundiendo, para no enfrentar al ejército mas poderoso del mundo; el de los Estados Unidos, el cual había invadido nuestro inalienable territorio dominicano.
No obstante, a Caamaño no le importó con quién se enfrentaba y defendió su patria como un tiguere defiende su cachorro en medio del peligro.

Aquellos 85 días de revolución y aquel inolvidable discurso pronunciado por Caamaño el 3 de de septiembre de 1965 en la Plaza de la Constitución para renunciar a su cargo presidencial lo han dejado como estandarte de la historia democrática y representativa de nuestro país. En este discurso se esmero al decir:
Porque el pueblo me ha dado el poder, al pueblo vengo a devolverle lo que le pertenece. Ningún poder es legítimo si no es otorgado por el pueblo, cuya voluntad soberana es fuente de todo mandato público.

Éstas palabras expresan el alto valor y significado que precedía la democracia en sus ideales, no abusando ni un segundo de su poder, como muchos en nuestro país han abusado de sus cargos públicos y del privilegio que éstos otorgan.

Consternado por los sanguinarios actos de que estaba siendo victima, aquel pueblo por el que tanto había luchado, decidió tomar la iniciativa y armar un complot, el cual desembarcó el 2 de febrero del 1973 por Playa Caracoles, al sur del país, en las inmediaciones de Azua.
Éste complot tenia sus objetivos bien definidos, “derrocar al gobierno e instalar un nuevo régimen que encaminara al país hacia una verdadera democracia”

Aquel intento de libertad se convirtió en una frustrada tragedia que le costó la vida a éste aguerrido personaje, ya que fueron interceptados, y según afirman; capturados vivos y posteriormente fusilados por orden de los que precedían para ese entonces las entidades castrenses.

César Fernández

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