jueves, 12 de abril de 2012

P-L-A-N-I-F-I-C-A-C-I-Ó-N

La planificación es un arma letal en contra del fracaso. Todo a nuestro entorno se planifica: la familia, los hijos, los estudios, la compra de la casa, las vacaciones; se planifica en el deporte, en los negocios, en la empresa. A través de la planificación podemos prever la desgracia, por lo que la planificación no debe ser una opción, sino una acción obligatoria que nos permitirá fijar las pautas para lograr las metas deseadas.

Históricamente los primeros casos de planificación comenzaron a aflorar en el campo de batalla. Los cálculos, las tácticas y estrategias fijadas por los generales determinaban el éxito o fracaso de la guerra. Se debía estudiar el terreno en que se desarrollarían los enfrentamientos para aventajar al enemigo –si era en campo abierto o contra una fortaleza o castillo -si sería frontal o sorpresiva –al igual se estudiaba el tipo de arma que usaba el enemigo y las táctica variaba según las circunstancias. También se calculaba el consumo de comida por hombre, la cantidad de agua que podía ingerir, la distancia que podía recorrer y hasta el peso que podía llevar consigo cada soldado. Prevenciones como estas les dieron la victoria a grandes conquistadores como Alejandro Magno y al Emperador Romano Julio Cesar.

Los países desarrollados como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Rusia, Suiza, Japón, Chima y Brasil son muestras fehacientes de la importancia de una planificación institucional para el progreso de la nación. Estos países no solo planifican sino que hay una política de seguimiento para ejecutar lo que han planificado; en nuestro país no.

Las planificaciones en la República Dominicana dependen de la voluntad política de los planificadores y no de las necesidades reales que existen en el seno de la sociedad. Muy pocas veces, para no ser pesimista, se realiza un estudio diagnostico sinceros sobre las reales necesidades del pueblo. Las planificaciones en nuestro país no han sido más que pura poesía barata que usan los gobernantes para tratar de sorprendernos sobre la proyección que debería tener el Estado y que jamás ha alcanzado.

Por otra parte, en la mayoría de los caso y con muy pocas acepciones, cuando se realiza el programa de nación éste se ejecuta, se tienden a engavetar y optar por la improvisación. Lo que resulta ser un poco ilógico, porque luego que se han invertido tiempo, esfuerzo y dinero para realizar un plan en cualquier institución resulta incoherente que no se ponga en marcha. La improvisación se ha convertido en una actividad normal en nuestro país la cual forma parte de nuestra cultura, se puede apreciar desde las instituciones más simples hasta las más complejas; desde los clubes comunitarios, centros educativos, ministerios hasta llegar al más alto nivel que es el Estado.

Sobre los centros educativos, al ser mi área de trabajo, doy fiel testimonio de que es la pura realidad que vive nuestro país. La planificación anual de la institución dice una cosa mientras se ejecuta otra. Recordemos lo que decía Hostos: ¨Como anda la escuela caminará el Estado¨