Amargos recuerdos del devastador Ciclón David

Nuestro país además de estar ubicado en el ombligo del Continente Americano se encuentra dentro de la ruta donde transitan los huracanes y tormentas que anualmente afectan el área del Caribe.
Varios fenómenos de esta naturaleza han impactado la isla a través de los anales de nuestra historia, causando inmensurables pérdidas humanas y económicas. Sin embargo, hay uno de ellos es recordado con mucha tristeza y pesar por los santiagueros, sobre todo los que habitaban la parte suroeste de la ciudad, debido a los amargos recuerdos que aun siguen latentes en la población de aquella madrugada siniestra del viernes 31 de agosto del 1979 cuando el temido Ciclón David golpeó la República Dominicana .
La conocida comunidad de Bella Vista fue uno de los sectores más afectados de todo el país, por las inmensas inundaciones que provocó el río Yaque del Norte, el cual pasa por la rivera izquierda del sector. La Presa de Tavera fue soltada en las primeras horas de la noche, y el daño que no hicieron los enfurecidos vientos de225 k/hr. lo realizaron las embravecidas aguas del Yaque del Norte, las cuales llegaron hasta donde está ubicado hoy el restauran Chimi José.
La avenida circunvalación duró más de tres días inundada sin que se pudiera permitir el tránsito vehicular, y para que tengamos una idea más acabada de la magnitud del hecho, cabe mencionar que la planta de tratamiento de agua potable (Corassan) fue cubierta por miles de toneladas de lodo, afectando gran parte de sus equipos y maquinarias.
El río se llevaba la madera y el zinc de las casuchas; arrasaba con matas y troncos, estufas, sillas, mesas, colchones y también con la esperanza de un barrio pobre que se veía sumergido por la miseria en medio de ésta desgracia. Familias completas quedaron con los harapos que tenían encima y sin un centavo en el bolsillo. Un total de30,200 damnificados en todo el territorio nacional, los cuales fueron en su mayoría conducidos a refugios improvisados que no cantaban con la debida preparación para ofrecer una hospitalidad y un cuidado digno a aquellos desdichados hombres y mujeres que estaba siendo víctima del brazo destructor de la naturaleza.
Las penurias que se vivieron el dicho centros de atención fueron traumáticas. En la Escuela Juan Ovidio Paulino, del hoy reparto peralta, habían más de 500 personas. Escasos colchones para dormir, las raciones de alimento no eran suficientes para todos los afectados, los dos baños eran infunsionales ante tal cúmulo de personas, por los que se improvisaron algunas letrinas, pero el mayor problema que enfrentaban era conseguir diariamente agua potable para tomar y bañarse.
Aun recuerdo la dulce y acongojada voz de mi difunta y muy querida abuela cuando hacía remembranza de aquel inolvidable evento, el cual marcó la vida de todos nosotros como familia, tanto para los que estaban como para los que llegamos luego. Siempre ella decía que en el Ciclón David quedamos sin nada, sin embargo hoy, hoy lo tenemos todo y por eso debemos dar las gracias a Dios.